Golpes sobre la mesa, por Camilo Montecinos G.

Juan Carlos Mestre


Interpretación
Siguió sus pasos hasta alcanzarla. Debió avanzar varios metros y correr de vez en cuando. Estaba seguro que la mirada que se cruzaron en la esquina, decía algo más… algo así como «sígueme, viólame, mátame… te lo ruego».

Conjeturas
El detective se impresiona con la limpieza de la escena: ningún rastro de sangre, ninguna huella dactilar, ningún objeto fuera de su sitio. En la habitación, todo está como si nada hubiera pasado, salvo por el hombre muerto en el piso.
El detective se atreve a pensar que quizás sea cierto lo que murmuran los vecinos: «La mujer asesinada volvió para vengarse».

Triángulo del desamor
En estricto rigor, no eran amantes, porque su matrimonio había terminado hace ya un buen tiempo. Vivía con su esposo en la misma casa, es cierto, y compartían la habitación, pero ambos se encontraban en mundos totalmente diferentes.
En estricto rigor, no lo engañaba, porque en más de una ocasión le insinuó que veía a otro. Pero él no le hizo caso, no la creyó capaz.
En estricto rigor, no había culpables y tampoco víctimas, no había sangre en esa casa oscura y vacía, no había gritos ni disparos, no había crimen. Nunca hubo tres.

Cargo de conciencia
Me sigue a todas partes. Me espía cuando voy a la oficina, cuando estoy en el mall, en el metro, en las calles. A ratos, siento su presencia, sus pasos, su respiración, y escucho que me llama, que me habla pidiéndome que lo perdone.
Que está arrepentido.
Que nunca fue su intención asesinarme.

Pesadilla de frontera
Los sueños de pasarelas quedaron guardados en la maleta. No tuvo tiempo para desempacar. La noche recién comenzaba y los clientes ansiosos esperaban su turno.
Un país diferente, un idioma distinto y el aliento de un hombre extraño recorriendo su espalda.

Lealtad organizacional
Dulcinea esperaba que Sancho hiciera algo más por ella, en honor a los años de romance clandestino, y no que la dejara moribunda en un cuartucho oscuro de la taberna. Pero un buen escudero nunca traiciona a su amo.

Princesa no busca príncipe
La princesa no se sentó a esperar hilando en la rueca, ni bordando un ajuar nupcial con hilos de oro. Decidida, buscó la forma de salir del castillo y vencer al dragón por sus propios medios. Ya habría tiempo para convencer al mundo de que así fue la historia real, y no como la contó ese tal Príncipe Azul.

Sacrificios de moda
A Cenicienta le sangran los pies. El príncipe la obliga a usar tacones de cristal, argumentando que las mujeres deben verse siempre lindas para los hombres. Y que «para ser bella hay que ver estrellas».


Estos textos pertenecen al libro Golpes sobre la mesa, 2017. 
 
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Camilo Montecinos Guerra (Arica – Chile, 1987). Profesor de Castellano. Ha publicado un libro de microficción, “Golpes sobre la mesa” (2017, Ediciones Sherezade). Además, sus textos han sido difundidos tanto en medios impresos como digitales: “Antología de escritores del norte” (Sech, 2012), “Borrando fronteras”, (Ergo sum, 2014), revista “La Taberna de Innsmouth” (Cathartes Ediciones, 2017),  revista “Cuentos para el andén” (España), antología de microcuento policial “Dispara usted o disparo yo”, de Lilian Elphick, entre otros. Obtuvo 2° lugar en el concurso de microrrelatos “Arica en 101 palabras” los años 2012, 2013 y 2014; 1° lugar en el concurso “Déjalo ahora” el año 2015; y 3° lugar regional en el concurso “Historias secretas de nuestra tierra”, el año 2016.